¿Te imaginas que tu helado de vainilla venga, literalmente, de una botella de plástico reciclada? Pues aunque suene raro, eso es justo lo que un grupo de científicos logró hacer: transformar botellas de tereftalato de polietileno (PET), el plástico más común en envases, en vainillina, el compuesto responsable del sabor y aroma de la vainilla.
Este avance, liderado por investigadores de la Universidad de Edimburgo, utiliza bacterias modificadas genéticamente para “comerse” los desechos plásticos y producir vainillina. Y lo mejor es que este compuesto no solo sirve para postres, sino también para perfumes, cosméticos e incluso medicinas.
La idea detrás del experimento es darle una segunda vida al plástico y convertirlo en algo útil y rentable, reduciendo el impacto ambiental. Aunque todavía faltan pruebas para que pueda usarse en alimentos de forma segura, los resultados abren una posibilidad enorme para el reciclaje del futuro.
Así que, si algún día te ofrecen un frappé con sabor a “botella reciclada”, no te asustes… tal vez solo estés probando el sabor del cambio.
Redacción: #TQHTeam