Hablar de Black Sabbath es hablar del nacimiento del heavy metal. Pero hablar de Ozzy Osbourne es rendir homenaje a una figura que trascendió la música para convertirse en un ícono cultural. Con su voz única, su actitud irreverente y su estilo inconfundible, Ozzy ayudó a definir un sonido y una generación.

Desde su formación en 1968, Black Sabbath marcó una era con riffs oscuros, letras provocadoras y una energía cruda que sacudió al mundo. Y al frente, Ozzy: impredecible, eléctrico, magnético. Su presencia era tan poderosa como los acordes que lo acompañaban.

Aunque su vida estuvo marcada por excesos, controversias y hasta reality shows, Ozzy siempre fue, ante todo, un músico. Uno que supo conectar con los desadaptados, los soñadores, los que buscaban una voz diferente. Canciones como “Paranoid”, “Iron Man” y “War Pigs” siguen siendo himnos que no envejecen.

Hoy, mientras su salud lo aleja de los escenarios, el legado de Ozzy Osbourne sigue tan vigente como sus notas más altas. Su influencia vive en cada banda de metal que surge, en cada fan que levanta los cuernos del rock con orgullo, y en cada memoria que guarda su voz rasposa como parte de su adolescencia.

Porque Ozzy no se va: se queda en la historia, en los discos y en el corazón de quienes vibraron con él.

Redacción: #TQHTeam