Libertad de expresión no es libertad de impunidad

Libertad de expresión no es libertad de impunidad

No. Lo de Javier “Chicharito” Hernández no fue una persecución, ni mucho menos una “cacería institucional”. Fue, simple y llanamente, la consecuencia de hablar desde el privilegio, sin entender el contexto, y con una audiencia que no se traga ya cualquier discurso disfrazado de “espiritualidad”.

Querer convertirlo en mártir de la libertad de expresión es como llamar “heroico” a quien grita fuego en un cine lleno sin motivo: sí, puede hablar, pero no sin responsabilidad. ¿Se le impidió hablar? No; ¿Se le censuró? Tampoco.
Lo que recibió fue crítica, contradicción y consecuencias proporcionales a su papel como figura pública. Porque opinar, claro que puede opinar. Pero cuando eres un ídolo nacional, tus palabras tienen eco, peso e implicaciones sociales.

Pensar distinto no es el problema. El problema es romantizar el retroceso.
Chicharito habló de mujeres que “obedecen” y hombres que “protegen”. Puede sonar poético, pero en México eso se traduce en otra cosa: mujeres que se callan, aguantan y mueren. Decir que “las mujeres deben obedecer al hombre espiritual que las protege” no es una metáfora inofensiva. Es la columna vertebral del machismo funcional.

Es lo que se dice en miles de casas donde las mujeres no tienen derecho a decidir porque “así es el orden natural”.
No, no es “solo una opinión” Una opinión, como una piedra, no es neutral cuando se lanza desde un pedestal. Si un maestro le dijera a sus alumnos que los hombres deben liderar porque tienen energía superior, lo destituyen. Si un CEO hiciera públicos esos comentarios, su empresa le pide la renuncia.

¿Por qué un futbolista debe quedar inmune? La libertad de expresión no es un escudo contra la crítica, ni un pase libre al pensamiento regresivo. Es el derecho a hablar… y la responsabilidad de escuchar cuando el mundo te dice que te equivocaste. ¿Y si hablamos de racismo?
Cambiar el género por raza deja el argumento en evidencia: Imagínense a un político diciendo lo siguiente: “En mi visión espiritual, los blancos deben proteger y liderar, y los negros deben obedecer porque es su rol natural.” ¿Sigue sonando como “solo una opinión”? ¿Lo defenderías con el mismo entusiasmo? Si la respuesta es no, entonces el problema no es la libertad, el problema es que dentro de tu mente quizá piensas que una mujer está hecha para obedecer y el hombre para liderar.

¿Líder o irresponsable?
Decir que “los verdaderos líderes se atreven a ser odiados” suena valiente… hasta que entiendes que no se trata de valentía, sino de conciencia. Un líder no es el que “aguanta el odio”. Es el que aprende del error, se informa y evoluciona.
Un “líder” que habla sin pensar, sin leer, sin autocrítica, no es valiente. Es irresponsable.
En conclusión:

Javier Hernández no fue censurado. Fue cuestionado —y eso es sano. Porque en un país donde millones de mujeres enfrentan violencia todos los días, no es aceptable hablar de obediencia y sumisión como si fuera una fantasía romántica. La libertad de expresión es vital pero nunca debe convertirse en excusa para legitimar ideas que ya han hecho demasiado daño. No se trata de callar al que piensa distinto. Se trata de decirle, con firmeza:
Piensa todo lo que quieras. Pero también aprende. Corrige. Y entiende que tu voz, cuando llega a millones, tiene consecuencias reales.

 

 

 

Por: Gil Rodriguez

#Deportólogos

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