En la historia de la música pop hay ciclos que reflejan la época en la que vivimos, y uno de los más curiosos es el llamado recession pop. Este término describe aquellas canciones y tendencias que nacen en contextos de crisis económicas o sociales, donde la gente busca dos cosas: olvidar por un momento los problemas o sentirse acompañada en medio de ellos.
El recession pop no significa que la música sea “triste” por defecto. Al contrario, suele mezclar letras que hablan de incertidumbre o realidades complejas, con ritmos pegajosos y bailables. Es como si el pop nos dijera: “sí, la situación está difícil, pero aún podemos cantar y bailar juntos”.
Un ejemplo claro lo vimos tras la crisis del 2008, cuando artistas como Lady Gaga, Beyoncé o incluso el auge del EDM ofrecieron himnos de escape que dominaban las pistas de baile, mientras el mundo real estaba lleno de recortes y desempleo.
Hoy, con nuevas tensiones económicas y sociales, el recession pop vuelve a resonar: letras que tocan la ansiedad, el descontento o la búsqueda de un respiro, pero envueltas en beats que nos hacen levantar la mano en un concierto o cantar a todo volumen en el coche.
En el fondo, esta corriente nos recuerda algo importante: la música no es solo entretenimiento, también es espejo y refugio. Y quizá, justo en tiempos difíciles, el pop cumple su misión más poderosa: hacernos sentir que no estamos solos en lo que vivimos.
Redacción: #TQHTeam