Dormir bien no depende únicamente de apagar el celular temprano o mantener una rutina nocturna. Un reciente hallazgo en neurociencia sugiere que la calidad del sueño también está profundamente relacionada con la forma en que funciona nuestro cerebro.
Investigadores han identificado diferencias clave en la actividad cerebral de las personas que duermen profundamente frente a aquellas que tienen un sueño ligero o interrumpido. El foco está en ciertas redes neuronales encargadas de regular el descanso, la atención y la respuesta al estrés. En quienes duermen mejor, estas áreas muestran una mayor capacidad para “desconectarse” durante la noche, permitiendo un descanso más continuo y reparador.
En cambio, las personas que suelen despertarse con facilidad o sienten que no descansan lo suficiente presentan una actividad cerebral más reactiva, incluso mientras duermen. Esto significa que su cerebro permanece en un estado de alerta parcial, como si nunca terminara de apagarse por completo.

Este hallazgo ayuda a explicar por qué algunas personas pueden dormir sin problemas aun en ambientes ruidosos, mientras que otras se despiertan ante el más mínimo estímulo. También abre la puerta a nuevas formas de entender los trastornos del sueño, no solo como un hábito deficiente, sino como una característica neurológica que puede trabajarse.
Los especialistas señalan que este conocimiento podría derivar en tratamientos más personalizados, desde terapias de estimulación cerebral hasta estrategias específicas de manejo del estrés. Aunque aún falta camino por recorrer, la ciencia comienza a confirmar algo importante: no todos dormimos igual, y el cerebro tiene mucho que ver.
Redacción: #TQHTeam

