El combate a la violencia contra mujeres, niñas, niños y adolescentes es algo que los gobiernos han presumido en la última década, sobre todo a raíz de la crisis de feminicidios que tristemente padecemos en todo México.

LA CÁTEDRA

Por: Mario Kato

En las elecciones del 2021, se implementó el 3 de 3 de la violencia de género como un mecanismo para evitar que personajes señalados de violentar mujeres pudieran ser candidatos a un cargo de elección popular, en ese mismo proceso el protocolo se hizo “agua”, ya que en casi todos los partidos hubo candidatos con antecedentes de violencia política de género, deudores alimentarios, y tipos con antecedentes de violencia intrafamiliar.

En las elecciones que se desarrollarán en junio de este 2024, la cosa viene peor, ya que además de sujetos con los antecedentes antes señalados, debemos sumarle a políticos denunciados por acoso y abuso sexual.

No es cosa menor, el flagelo de la violencia hacia las mujeres es uno de nuestros principales retos como sociedad, y el hecho de que las medidas de por sí ya tibias que se toman no sean respetadas, refleja la terrible simulación por combatir este flagelo social.

Si bien es cierto que se acusado no te hace culpable, cualquier persona decente se retiraría temporalmente de la actividad política hasta demostrar su inocencia, ese sería un gran gesto de solidaridad hacia la causa, ya que esto fortalecería el “filtro” hacía quienes si han incurrido en algún tipo de violencia hacia las mujeres.

La única herramienta de la ciudadanía para combatir a quienes cometieron abusos y se saben impunes y hasta pretenden acrecentar su poder, es el voto contra ellos y sus intereses; esperemos haya conciencia suficiente en la sociedad mexicana para mandar un claro mensaje a los partidos y la clase política, sobre que los violentadores de mujeres no caben en las boletas.